Podemos empezar comentando que «según Korzybski, un mapa no es el territorio que representa. Del mismo modo, una palabra no es el objeto que representa.»
«El conocimiento que tenemos del mundo está limitado por la estructura de nuestro sistema nervioso y la estructura del lenguaje.»
La estructura de nuestro sistema nervioso depende de varias factores, algunos genéticos, otros familiares, sociales, el grado de experiencias y aprendizaje, etc.
Somos lo que pensamos, somos lo que decimos que somos porque eso creemos que somos. Cada uno percibe la realidad de acuerdo a como es en sí mismo.

Cuando decimos que el mapa no es el territorio, nos referimos a qué cada uno de nosotros percibe lo que supone es la realidad y la modela a su gusto.
La percepción es una función primaria de la mente, pero es sumamente subjetiva. Está influenciada por varias factores personales, sociales, culturales, contextuales, etc.
Por eso sí ponemos a varios individuos a transitar una experiencia, todos pueden llegar a tener un mapa mental de la misma muy diferente.
«La realidad o territorio se interpreta de forma diferente por cada persona, por lo que por mucho que presumamos de percibir las cosas objetivamente, somos incapaces de hacerlo, ya que tenemos filtros distintos.»
Este es uno de los principios que sostiene la programación neurolingüística. El mapa mental en definitiva está influenciado por los pensamientos, emociones y estado anímico, las creencias, el nivel de desarrollo del lenguaje, entre otros factores importantes.

Por eso no existe la verdadera objetividad en el ser humano, siempre tenemos una parte variable de subjetividad. Si entendemos ese concepto, podemos comprender mejor con mayor empatía los puntos de vista de los otros. Ese es el comienzo del camino del entendimiento mutuo.