No llama la atención que ante un periodo de crisis actual como lo es y sigue siendo la pandemia el personal de salud esté extenuado, agotado, con un desgaste emocional muy alto y también con signos de despersonalización en el trato. Últimamente tuve la oportunidad de visitar algunas áreas de diferentes hospitales y encontré algunas conductas en los profesionales que me llamaron la atención y que seguramente son producto del alto grado de estrés que estamos todos padeciendo en esta etapa prolongada.
Por un lado la condición de no hacerse cargo del paciente o hacerlo parcialmente y derivar responsabilidad a los familiares, (incluso en temas asistenciales) fue algo que me impactó muchísimo. Encontré colegas que derivaban temas del cuidado esencial del paciente (estando éste internado) a su familiar como si no fuera responsabilidad de ellos mismos. Una conducta evitativa disfrazada, con una proporción alta de despersonalización hacia el paciente y sus familiares.
Encontré también como era de prever alta frecuencia de piloto automático que se observa en la comunicación, conductas y atención asistencial. Esto es un gran riesgo porque se asocia a una mayor probabilidad de cometer errores que pueden ser graves en la atención del paciente.


La comunicación atenta y consciente estaba prácticamente ausente. No se observa voluntad para comunicarse con el familiar ni con el paciente cuando éste está consciente. Existe un «aislamiento comunicativo» muy importante y digo aislamiento comunicativo porque el profesional no se comunica con quienes debería comunicarse sino que se queda en una burbuja comunicativa consigo mismo, rumiativa y bastante negativa para la tarea asistencial.
Da la sensación de que existe una polaridad «nosotros y ellos», es decir, una suerte de dos bandos o dos lados del río, en un margen están los profesionales y en el otro el paciente y sus familiares. No se percibe que en la asistencia en salud, estamos todos en el mismo equipo trabajando para lograr objetivos.
Por otro lado también pude observar falta de coordinación entre equipos y dentro de un mismo equipo, producto del impacto que genera el estrés emocional en la dinámica grupal.
La única forma de que todo esto pueda sortearse productivamente, pueda resolverse, es mediante la toma de conciencia del personal de salud, eso es fundamental. Si yo como profesional de la salud no tomo conciencia de lo que me ocurre, de mis conductas y mis acciones, estoy cometiendo un error importante. Se debe tomar conciencia de por ejemplo la dinámica en equipo, del uso de la empatía con los demás, de como me siento.
Por eso nuestro programa intenta abordar estos temas específicos y ayudara a los profesionales a tomar conciencia de como están, como se sienten y como están trabajando. Sin embargo insisto, la toma de conciencia es la piedra angular para avanzar en una mejora sustancial del sistema de salud.

La practica consciente de la profesión no es otra cosa que tener la intención de llevar adelante las actividades en un estado de presencia y amabilidad. En un estado en donde usted sea consciente de su presente, del aquí y ahora en cada momento. Que sea consciente de la persona que tiene en ese preciso instante enfrente, que tenga consciencia de usted mismo y del grupo al cual pertenece y se relaciona diariamente.
Se trata de como estar presente conmigo mismo y con los otros en mi practica profesional diaria, con aceptación, comprensión, curiosidad y compasión.
Las publicaciones recientes demuestran que dos elementos reducen la fatiga empática de la atención profesional en la salud: la compasión y sostener un estado de presencia en las actividades diarias profesionales. Estos dos elementos reducen la frecuencia de estrés laboral percibido y en especial de burnout.

La falta de atención plena se observa no solo en las tareas asistenciales del equipo de salud, sino también en las tareas académicas y en la comunicación y trabajo en grupo. El estado de presencia, ser conscientes del momento presente, de mi mismo y del otro, parece tener un efecto de ampliar la resonancia empática positiva en la relación paciente – profesional.
El desarrollo de una motivación compasiva en el acto profesional y en las actividades personales y grupales es un elemento que parece ser preventivo de la aparición de burnout.
Es imperativo que todos los profesionales del equipo de salud tomen conocimiento de desarrollar y practicar el estado de consciencia en las actividades diarias.

Cierro con esta frase tan difundida: «¿Quién cuida al cuidador?» ¿Quién nos cuida a los cuidadores de la salud? No podemos delegar esta tarea en terceros. Los terceros podemos ayudar, pero el cambio empieza por uno mismo. Solo nosotros podemos cuidarnos a nosotros mismos, sino no podemos cuidar a los otros.
Dr. Jorge R. Rodríguez Yáñez. (09-02-2022)